Imperialismo

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El imperialismo es la fase superior y última del capitalismo, donde la concentración de la producción lleva al monopolio, surge el capital financiero y la oligarquía financiera, se desarrolla la exportación de capitales y el reparto económico y territorial del mundo. Los grandes imperios coloniales que sobrevivieron hasta el siglo XX como símbolos de dominación, sustentaron el crecimiento económico acelerado de los principales países europeos permitieron la acumulación originaria del capital.

El desarrollo del capitalismo llevó directamente a un acelerado proceso de concentración del capital y la producción que sentó las bases para que el capitalismo “evolucionara” a su fase superior y última de desarrollo.

Surgimiento del imperialismo.

A finales del Siglo XIX y en los albores de la centuria XX comienzan a producirse un conjunto de cambios que constituyen las causales del surgimiento del imperialismo como fase superior del capitalismo.

Fue Vladimir Ilich Lenin quien reveló la naturaleza, esencia y significado de los nuevos fenómenos que se gestaban en ese período en las entrañas del capitalismo. Los análisis leninistas dieron continuidad a la lógica marxista y método dialéctico materialista para mostrar las verdaderas tendencias y novísimos acontecimientos que acontecieron en las postrimerías del siglo XIX.

La obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916) es objeto obligado en el análisis del imperialismo como estadio superior y último del capitalismo, sin olvidar otras, que por su trascendencia, asientan las tesis programáticas esenciales para el movimiento obrero mundial:

Definición.

Al definir el imperialismo, se coincide por muchos autores en que es el estadio superior y último del Capitalismo. Sus orígenes están cronológicamente ubicados en los últimos años del siglo XIX y el inicio del XX. Este proceso es resultante de la conjunción de cinco rasgos esenciales: a). la Concentración del capital y la producción a niveles elevados que conducen al Monopolio, como entidad dominante en la vida económica, política y social de los países capitalistas; b). el Capital financiero detentado por la Oligarquía financiera, como fusión del capital monopolista bancario y el capital monopolista industrial en manos de una cúpula que controla el quehacer en estos estados y del mundo en su totalidad; c). la [exportación de capitales]] que sustituye a la exportación de mercancías como mecanismo de dominación, supeditando además de los mercados, las fuentes de materias primas, la mano de obra y hasta zonas del planeta que se convierten en espacios económicos; d). la monopolización llega a escala internacional con as Transnacionales y las Multinacionales, como entes que aseguran el Reparto económico del mundo y e). el Reparto territorial del mundo por un puñado de Potencias imperialistas. Sustentado en estos rasgos el imperialismo adquiere su Lugar histórico por estar signado por el monopolio como eje de su existencia, que lo transforma en un sistema parasitario y en descomposición y por ende, es capitalismo agonizante, como resultante de sus agudas contradicciones de carácter fundamental que lo conducen a su caducidad como Formación económica social.

El hecho de que el imperialismo como fase superior del capitalismo constituya la agonía del sistema como formación económico social, no implica la muerte del mismo, sino que desarrolla alternativas para mantener su existencia, cuestión alertada por Valdimir Ilich Lenin en sus obras sobre la temática.

El monopolio como símbolo de poder.

Según el Diccionario Larousse el monopolio es privilegio exclusivo concedido a un individuo o a una sociedad de vender algún producto o de explotar alguna industria o comercio / Ejercicio exclusivo de una actividad, con el dominio e influencia consiguientes.

Esta definición sin embargo, no denota todo lo que implica el término en el ámbito de la economía capitalista contemporánea.

El monopolio tiene sus orígenes en la tendencia al crecimiento acelerado de los procesos de concentración del capital y la producción como consecuencia de la libre concurrencia. En los marcos del capitalismo premonopolista como resultado de los procesos de capitalización de la plusvalía y competencia, se produce un proceso de crecimiento desmedido de algunos capitales en detrimento de otros y junto a ello, de sus procesos productivos hasta magnitudes que les permiten dominar la producción de ramas enteras; causa directa del surgimiento del monopolio como expresión de poder, que se extiende a todas las esferas de la sociedad. Esta lógica fue demostrada en el aspecto teórico e histórico por Carlos Marx y fue encubierta por los teóricos del capitalismo, pero la práctica ha demostrado la validez de la tesis, ya que el monopolio se convirtió en el eje de la vida en medio de la Globalización neoliberal a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI.

La capacidad de los megacapitales de controlar las fuentes de materias primas, la mano de obra más calificada, los mecanismos de generación de patentes, así como la comercialización de las producciones, entre otras; le permiten a estas empresas extenderse de manera acelerada sobre una o varias ramas de la producción, dominándolas. En síntesis la concentración del capital y la producción, hace que las dimensiones de las empresas adquieran niveles gigantescos, hasta tener un poder monopólico y de hecho existir como tal.

La existencia de monopolio no suprime la competencia sino que por el contrario la hace brutal para sojuzgar a todo aquel que no se somete a esta estructura de poder y dominación que crece cada vez más.

El monopolio es una empresa gigantesca por su capital, sus ramificaciones, su engranaje de control de las fuentes de materias primas, de la mano de obra, de los mercados y de todo lo que puede ser dominado en aras de la obtención de una superganancia con una vasta influencia en la vida política, económica y social de los países capitalistas, llegando incluso hasta el ámbito internacional, que se ha formado como resultado de los procesos de concentración y centralización del capital y la producción.

El capital financiero y la oligarquía financiera.

El poder de los monopolios en la esfera industrial requería de un proceso similar en la esfera bancaria. La industria monopolizada requería de grandes flujos de capital para atender sus necesidades de pago, que los bancos facilitaban al convertir los fondos inactivos en activos con la finalidad de obtener su parte en la ganancia en forma de interés. Las instituciones bancarias y sus sucursales cuyo capital fue concentrándose vertiginosamente, adquirieron una posición económica muy sólida y comenzaron a establecer relaciones estrechas con la industria monopolista, al extremo que lo que inicialmente fueron créditos otorgados por el banco a la industria, se convirtieron poco a poco en inversiones en la esfera industrial, mientras que los depósitos que realizaban las empresas de las diversas ramas productivas fueron convirtiéndose en parte del capital bancario a través del mecanismo de las acciones.

El banco al llevar las cuentas de un puñado de empresas gigantescas y brindarles el capital suplementario para la realización de pagos para la reproducción, dejan de ser un simple auxiliar para forjar estrechos nexos que ponen en manos de ese reducido número de empresas industriales y bancarias el poderío económico de la sociedad en general. Este proceso acentúa aún más la Contradicción económica fundamental del sistema capitalista. Como resultante directa de los procesos de concentración y centralización del capital en la industria y la banca que se fusionan, surge el capital financiero y la élite que lo detenta es la oligarquía financiera, que se erige en grupo social dominante tanto en el aspecto económico como político en los países imperialistas y a nivel global.

En la actualidad el capital financiero ha experimentado cambios en su composición al incluir empresas extrabancarias (compañías de seguro, sociedades de inversión, fondos de pensiones, cajas de ahorro y otras) que recaudan fondos de la población que de conjunto constituyen sumas considerables que son invertidas en forma de crédito en entidades industriales y comerciales y también para el Estado como capitalista inversor en los marcos del Capitalismo Monopolista de Estado.

Las palabras de Vladimir Ilich Lenin son la síntesis del espectro abarcado por esta categoría: “Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura de los bancos con la industria: tal es la historia de la aparición del capital financiero y lo que dicho concepto encierra”.(2.p.61)

La exportación de capitales.

El capitalismo premonopolista se caracterizaba por la exportación de mercancías, la nueva “era” de esta formación económico-social tiene como incentivo la exportación de capitales.

La causa de este cambio debe buscarse en la acumulación desmedida de los montos de capital cuya Composición orgánica crece hasta un nivel, en el que de continuar ascendiendo, la Cuota de ganancia disminuye al sobrepasar el punto óptimo.

El proceso de competencia y la consecuente Migración de capitales en las ramas en el capitalismo de la Libre concurrencia se ve frenado por el control casi absoluto de los monopolios en las ramas. El incremento de la capitalización de la Plusvalía llega a su nivel más alto y surgen “excedentes” de capital que buscan una inversión lucrativa en lugares donde la composición orgánica del capital sea más baja. Así comienza a enviarse los “capitales en exceso” a otras zonas del planeta que permitan una explotación lucrativa del capital.

Los excesos de capital que se exportan son relativos, pues pudieran ser invertidos en ramas productivas con menores índices de lucro como la agricultura, pero esto niega la esencia misma del capitalismo: la obtención de la máxima ganancia, por lo que buscan zonas geográficas fuera de las fronteras de origen donde se obtengan beneficios superlativos.

Se ha manifestado en la actualidad el hecho de que Países subdesarrollados que ingresan cuantiosos recursos como resultado de la exportación de petróleo a precios muy elevados se han convertido en exportadores de capital hacia países desarrollados fundamentalmente, desatendiendo necesidades del desarrollo en busca de ganancias máximas que en muchas ocasiones son defraudadas por gobiernos corruptos de turno. También se manifiesta que países que en los años 70 del Siglo XX fueran receptores de inversiones, como son los llamados NIC´s (Nuevos estados industrializados por su sigla en inglés), fueran con posterioridad emisores de capital hacia las naciones industrializadas, sin embargo, este “capital exportado” no es otra cosa que el retorno de las ganancias de los monopolios de los países del Norte que usan este subterfugio para hacer sus remesas de ganancias a las casas matrices.

La esfera de los servicios se benefició de la exportación de capitales de manera notable a partir de los años 80 del siglo XX, lo que permitió que se llegara a acumular en este sector hasta un 60 % de las inversiones procedentes del exterior.

También en la contemporaneidad la inversión de capitales se ha desplazado a la esfera especulativa, se invierte en la compra venta de Acciones, que son vendidas acto seguido al alza para obtener cuantiosos beneficios. Este proceso ha mostrado más de una vez sus nocivas consecuencias a través de los colapsos en la llamada “burbuja financiera”, que pone al límite de la ruina a más de una economía capitalista como consecuencia de la globalización neoliberal imperante a fines del siglo XX y principios del XXI.

El reparto económico del mundo.

Las dimensiones que van alcanzando las empresas monopolistas por el alto grado de concentración de la producción, coadyuva al requerimiento de mercados cuyo tamaño sobrepasa las posibilidades que ofrece el comercio interior de los países donde operan. Junto a estos factores, la internacionalización de la vida económica, la necesidad de controlar las materias primas y dominar de manera monopólica todo lo que tenga que ver con su esfera de acción para garantizar la Superganancia genera un proceso de establecimiento de alianzas y acuerdos interempresariales que permitan el control de esferas de influencia para estos supermonopolios.

Estas empresas que sobrepasan los límites nacionales y actúan a nivel internacional son de dos tipos: transnacionales y multinacionales según el capital de origen. Las primeras poseen capital de un solo país y las segundas tienen capital de varios países, en ambos casos, la escala de operación es a nivel global.

Sin embargo los monopolios internacionales, se han reconocido por el término transnacionales, al borrarse el origen de los capitales por los mecanismos de inversión imperantes y la internacionalización de los nexos económicos.

“Las transnacionales surgen a partir de monopolios nacionales, y son el resultado de un complicado balance de intereses y aspiraciones ligado con las sucursales nacionales y extranjeras. Una empresa transnacional es una gran firma capitalista que extiende su actividad por varios países y posee suficiente poder para influir en la política y economía de las naciones donde actúa”.(1.p.4)

En los años 60 las empresas transnacionales desarrollaron una aguda lucha por asegurar inversiones en América Latina por ser la región cuya infraestructura estaba más desarrollada como resultado de las tendencias desarrollistas que impulsó la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) desde los años 50 del siglo XX. Las principales inversiones se aplicaron en la Industria minera y la transformativa.

En los años 70 y 80 del siglo XX los procesos de descolonización en África y Asia contribuyeron a un flujo de capital transnacional hacia esas zonas por el bajo costo de la mano de obra y la cercanía a los mercados emergentes y las fuentes de materias primas primarias.

Muchos países emergentes han tratado de sacudirse el dogal que imponen las transnacionales con procesos de [[nacionalización] radicales de sus recursos naturales, sin embargo la efectividad de la dominación de los monopolios internacionales se manifiesta, en que controlan los mecanismos de comercialización a escala global y solo a través de ellos se pueden vender estas producciones nacionalizadas en el mercado internacional.

La lucha que desarrollan los monopolios internacionales a escala planetaria hace que el reparto en zonas de influencias no sea definitivo, nuevos movimientos de las esferas de actuación son posibles en dependencia de las necesidades y posibilidades de los capitales monopolistas enfrascados en la contienda.

El reparto territorial del mundo.

Al igual que el reparto económico no es definitivo, el territorial también presenta sus contradicciones.

Los estados imperialistas como mecanismo político que representa a la oligarquía financiera, cumplen la función de asegurar en este ámbito el poder de esta cúpula social a nivel mundial. Para lograr este objetivo se controlan las zonas geográficas donde se invertían los capitales monopolistas.

Al comenzar la última década del Siglo XIX el mundo se encontraba repartido, las viejas potencias coloniales controlaban de manera directa sus vastos imperios, sin embargo, los países que emergían como potencias, con procesos dinámicos de concentración del capital y la producción, carecían de espacios geográficos donde encausar su actividad económica.

Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos ansiaban zonas geográficas controladas por las antiguas potencias que se negaban a perder sus privilegios. La solución era el traspaso de los territorios de un propietario a otro por medio de la guerra de rapiña.

Las Guerras imperialistas son el método para el reparto de un mundo ya repartido.

Un breve recorrido por las guerras que han estallado desde finales del siglo XIX nos muestra la historia del reparto territorial del mundo entre las potencias imperialistas.

El primer conflicto imperialista es la Guerra Hispano Cubano Americana (1898) a través de la que Estados Unidos despojó a España de los restos de su vasto imperio colonial.

A esta conflagración le sucedieron la Guerra Anglo-Boer (1899), la Guerra Ruso- Japonesa (1905) hasta arribar a las dos Guerras Mundiales (1914-1918 y 1939-1945).

El desarrollo de conflictos llamados eufemísticamente de “baja intensidad” o la posición de instigar conflictos civiles como pretextos para la intervención de fuerzas militares imperiales son también procedimientos para la realización de nuevos repartos como actos de rapiña con un marcado interés económico. Tras la fachada de cada guerra instigada por las potencias imperialistas se encuentra un objetivo económico.

Fuentes

  1. Font Hernández, Rubén: “El papel de las empresas transnacionales en las economías de los países latinoamericanos” en Sierra Maestra, viernes 18 de enero de 1985. Año XXVII. N. 15.
  2. Lenin, Vladimir I: El imperialismo fase superior del capitalismo. Ed. Pueblo y Educación. La Habana, 1979. en http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Lenin/Lenin_ImperialismoFaseCapitalismo_01.htm
  3. Rodríguez, Jose Luis: Globalización y equidad: Breve análisis crítico en Cuba Socialista digital Año 2003. en http://www.cubasocialista.cu/texto/cs0003.htm
  4. Rudakova, Iskra: Acerca del libro “El imperialismo fase superior del capitalismo”. Ed. Progreso. Moscú, 1989.en:Imperialism