Superestructura es un concepto marxista para el análisis social e histórico según el cual la sociedad puede estudiarse a partir de la división en infraestructura y superestructura. El análisis marxista permite una comprensión de los fenómenos sociales e históricos.
La infraestructura es la base material de la sociedad que determina la estructura social, el desarrollo y cambio social. Incluye las fuerzas productivas y las relaciones de producción. De ella depende la superestructura, es decir, el conjunto de elementos de la vida social dependientes de la infraestructura. Los aspectos estructurales se refieren a la organización misma de la sociedad, las reglas que vinculan a sus miembros, y el modo de organizar la producción de bienes.
En el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Carlos Marx explica:
El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.
La superestructura
La tesis básica del materialismo histórico es que la superestructura (en alemán: überbau) depende de las condiciones económicas en las que vive cada sociedad, de los medios y fuerzas productivas (infraestructura).
La superestructura incluiría los elementos ideológicos, institucionales, culturales, jurídicos, etc.
Existe un debate en el marximo acerca de las relaciones entre infraestructura y superestructura, y si es posible explicar o no todos los aspectos culturales a partir de la infraestructura. Ya Stalin señaló que la lengua posee caracteres específicos que la distinguen de la infraestructura económica y de la supraestructura. Algunas corrientes de análisis social no necesariamente identificadas con el marxismo, pero que sí reconocen su influencia, como el materialismo cultural sí tratan de explicar todo proceso cultural a partir de las condiciones materiales. Otras corrientes, critican el excesivo mecanicismo de determinados materialistas históricos, señalando que la superestructura no es el reflejo directo de la infraestructura, y que las relaciones son mucho más complejas. Sin llegar a negar la base económica de los elementos de la superestructura, reconocen dinámicas internas dentro de la superestructura que permiten la pervivencia, transmisión y transformación de elementos que, en un principio, fueron propios de otra infraestructura distinta a la de ese momento.