Racismo
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El racismo es una forma de discriminación de las personas por motivos raciales. Ha sido históricamente una bandera para justificar las empresas de expansión, conquista, colonización y dominación y ha marchado de la mano de la intolerancia, la injusticia y la violencia.
Contenido
- 1 Definiciones
- 2 El racismo en la antigüedad
- 3 El racismo bíblico
- 4 El racismo biológico seudocientífico
- 5 Gobineau y la aparición de la filosofía racista
- 6 El racismo del colonialismo europeo en los siglos XIX y XX
- 7 Las "ligas nacionales" y el racismo en Cuba y España
- 8 Zoológicos humanos
- 9 Las guerras contra "el indio" en América
- 10 El racismo nazi y el holocausto
- 11 Discriminación racial
- 12 Prejuicios raciales
- 13 Opiniones
- 14 Fuentes
Definiciones
- Doctrina basada en la superioridad de unas razas sobre otras.
- Conjunto de creencias que aseveran la superioridad natural de un grupo racial sobre otro tanto a nivel individual como institucional. El racismo se refiere a la creencia de que la biología más que la cultura es la primera determinante de las actitudes y las acciones. El racismo va más allá de la ideología, sin embargo, involucra prácticas discriminatorias que protegen y mantienen la posición de ciertos grupos y preservan la posición inferior de otros.
- Ideología que afirma la superioridad de un grupo racial respecto a otras y que promueve la separación por razas e incluso la eliminación de las otras o del mestizaje.
- Se entiende como cualquier actitud o manifestación, académica, política, cotidiana que suponga afirmar o reconocer de forma explícita o implícita, tanto la inferioridad de algunos colectivos étnicos como la superioridad del colectivo propio.
- Es una forma de discriminación de las personas recurriendo a motivos raciales, tono de piel u otras características físicas de las personas, de tal modo que unas se consideran superiores a otras. El racismo tiene como fin intencional o como resultado, la disminución o anulación de los derechos humanos de las personas discriminadas.
El racismo en la antigüedad
Si bien era habitual que las culturas antiguas manifestaran rechazo y desprecio hacia otros pueblos y hacia los extranjeros, el racismo como tal, es un concepto moderno que tiene sus primeras manifestaciones en Europa y las colonias españolas en América, durante la Edad moderna.
En la Grecia clásica estaba vigente la discriminación al extranjero pero no por su aspecto "racial" o fenotípico. Los grandes filósofos griegos reconocían en los egipcios (a los que describían como negros) a representantes dignos de la civilización. En la Edad media las personas negras estaban asociadas a la riqueza del mundo islámico y numerosos santos fueron negros, mientras que, hasta la Edad moderna, los cristianos persiguieron a los judíos por su religión, y no por atribuirles una condición étnica o "racial".
El racismo bíblico
En el Siglo XIX se desarrolló en Europa una interpretación racista del texto de la Biblia cristiana, a partir de algunas elaboraciones sobre el diluvio universal y los hijos de Noé, sobre todo de la maldición de Canaan, presentes ya en la Edad media.
Según esta interpretación, la Biblia indicaría que hay tres razas humanas, provenientes de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. De Sem descenderían los judíos y árabes; de Cam, los negros; y de Jafet, los blancos. Esta visión bíblica de la humanidad dividida en razas se complementaba con la llamada maldición de Canaan, hijo de Cam, al que Noé condenó:
"maldito sea Canaán, siervo de siervos será a sus hermanos" (Gén. 9:18-29 9:18-29).
La interpretación racista de la Biblia, sostuvo que la maldición de Canaan fue una maldición de Dios a la "raza negra", por la cual ésta era condenada a servir a los blancos.
Esta interpretación fue ampliamente difundida, e incluso enseñada a los jóvenes africanos por las autoridades coloniales y los misioneros católicos y protestantes, a través de los libros escolares belgas durante la primera mitad del siglo XX.
El racismo biológico seudocientífico
A partir del Siglo XIX y de la mano con la generalización del colonialismo europeo en todo el mundo, la cultura occidental desarrolló una ideología abiertamente racista y ampliamente aceptada, a la que Ernst Nolte llegó a definir como una «rama del pensamiento europeo», y George Mosse como "el lado oscuro de la Ilustración". A mediados del Siglo XX, L’Encyclopedia Universalis incluyó un artículo denominado "Razas", escrito por De Coppet que finaliza con la siguiente conclusión:
A fines del Siglo XIX, la Europa ilustrada es conciente que el género humano se divide en razas superiores e inferiores.
El racismo europeo recurrió a la Ciencia y en especial a la Biología para justificar la superioridad de los propios europeos, o de algunas de sus Etnias (Germanos, Anglosajones, Celtas, etc.) sobre el resto de los seres humanos, así como la necesidad de que éstos fueran gobernados por aquellos. Este modelo de racismo seudocientífico fue luego repetido también en algunos países extraeuropeos como Estados Unidos para imponer el dominio anglosajón, Japón para colonizar Corea, China y otros pueblos del sudeste asiático, Australia para impedir la inmigración asiática, y en América Latina con las políticas implementadas para "reducir el factor negro", a través del mestizaje y otros mecanismos de "limpieza" étnica.
Gobineau y la aparición de la filosofía racista
El filósofo francés Joseph Arthur de Gobineau ha sido considerado como el fundador de la filosofía racista, con su obra Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1853-1855). Gobineau comienza su libro destacando el hecho de que las civilizaciones mueren y preguntándose por las causas, para concluir que las diez que se destacaron, lo hicieron debido a la presencia homogénea y dominante de la raza blanca, mientras que su "degeneración" provino de las mezclas raciales («melanges»). Para Gobineau, las razas negra y amarilla son "variedades inferiores de nuestra especie", sobre las que se impone "la superioridad del tipo blanco y, dentro de este tipo, de la familia aria", poseedora del "monopolio de la belleza, de la inteligencia y de la fuerza". Termina sosteniendo que si la civilización occidental pretende subsistir, resulta esencial evitar a los extranjeros y en especial la mezcla racial de sus habitantes, preservando pura la sangre aria, algo que, a su criterio, solo los germanos habían logrado.
Las ideas de Gobineau y la de otros pensadores racistas del siglo XIX y XX, provienen a su vez de las obras antropológicas de clasificación del género humano a partir de los conceptos biológicos de "especie" y "raza", desarrollados por los científicos desde el Siglo XVIII. También tuvieron gran influencia los estudios que afirmaron la existencia de una supuesta Raza aria. La teoría proviene de los descubrimientos realizados por la linguística del siglo XIX, al identificar los idiomas asiáticos Avéstico de la antigua Persia y Sánscrito del Valle del Indo, como antecesores de las principales lenguas europeas incluyendo el Latín, el griego, todas las lenguas germánicas y célticas. Sin mayor rigor, el lingüista alemán Friedrich Schlegel, dedujo que si había un lenguaje originario común, debió haber también un antiguo pueblo originario, al que denominó "ario" y le atribuyó ser el origen de todos los pueblos europeos.
En 1885 el antropólogo haitiano Anténor Firmin publicó su tratado De la igualdad de las razas humanas, en respuesta al famoso libro de Gobineau y al colonialismo, en momentos en que los europeos se repartían África en la Conferencia de Berlín, ignorando a sus habitantes. Precursor del pensamiento antirracista y de la antropología moderna, la obra de Firmin sería ignorada por los académicos europeos durante décadas, hasta que el colapso moral del Holocausto, obligara a las potencias del mundo a asumir una posición pública contraria al racismo.
El racismo también se arraigó en el arte europeo del siglo XIX, especialmente en las ideas antisemitas[31] de Richard Wagner y su adhesión entusiasta al racismo de Gobineau, del que fue difusor en Alemania, que se manifestó en varias de su obras, como la ópera El anillo del nibelungo.
Varios autores han señalado también la relación entre el positivismo y el racismo, al punto de considerar que sin esa corriente filosófica, que gozó de gran predicamento en la segunda mitad del sigo XIX, los pensadores racistas hubieran resultado expresiones aisladas. De este modo, el positivismo proporcionó al racismo un sistema de pensamiento que favoreció su aceptación general.
El racismo del colonialismo europeo en los siglos XIX y XX
El racismo fue intensamente utilizado a partir de las últimas décadas del siglo XIX por los países europeos para justificar la legalidad de acciones de dominación colonial, jingoísmo y genocidio, en varias partes del mundo. Entre ellas puede mencionarse el "reparto de África" legalizado en la Conferencia de Berlín de 1884-1885, en la que doce países europeos, el Imperio otomano y Estados Unidos se consideraron a sí mismos con derechos territoriales exclusivos sobre el continente africano, ignorando a los pueblos que lo habitaban. Entre otros muchos actos inspirados y legitimados por la filosofía racista pueden mencionarse, la apropiación en 1885 como propiedad privada de Leopoldo II de Bélgica del Estado Libre del Congo, en el que impuso un régimen esclavista y genocida; la conquista de la notable ciudad de Tombuctú por Francia en 1893 y la destrucción de su cultura varias veces centenaria; la conquista y destrucción del Reino de Dahomey en 1894 por Francia; la conquista de Madagascar por Francia en 1895; la conquista y destrucción del Reino de Benín en 1897 por Gran Bretaña; la apropiación por parte del empresario y mercenario británico Cecil Rhodes de lo que a su muerte se llamaría Rhodesia; la Conferencia de Algeciras de 1906, en la que las potencias europeas consideraron que Marruecos debía ser un "protectorado" de España y Francia; la matanza por inanición y envenenamiento del agua de las poblaciones Herero y Namaqua en el Desierto del Namib, entre 1904 y 1907, por parte de los colonizadores alemanes, considerado el Primer genocidio del siglo XX; etc.
Las "ligas nacionales" y el racismo en Cuba y España
En la sociedad española había imperado durante siglos la ideología basada en la limpieza de sangre que servía para imponer su «religión» frente a moriscos, judíos o indígenas americanos y fue fundamento de la colonización y requisito indispensable tanto en la carrera militar como en el funcionariado público.
No fue hasta 1868 que se derogaron las leyes segregacionistas que limitaban los derechos civiles de los afrocubanos bajo las antiguas "Leyes de Indias", hasta entonces el código legal vigente en Cuba, con la abolición de los “Estatutos de limpieza de sangre”. Las ideas antisemitas, término que fue acuñado en 1879 por el periodista socialista Wilhelm Marr en su libro "Zwanglose Antisemitische Hefte", estuvieron muy presentes en la sociedad española de la época, constituyendo un tema de Estado de frecuente discusión entre los políticos de aquel tiempo, de la cual es muestra el famoso debate entre Castelar y Manterola de 1868. Los judíos sólo fueron oficialmente readmitidos en la península a finales del siglo XIX.
También el concepto de raza latina o raza ibérica, como conjunción de todas las bondades y opuesta a las otras «razas», estaba muy en boga en la época, conforme a los autores europeos antes expuestos. Así, en 1871, uno de los temas de debate del Ateneo de Madrid fueron:
« Los caracteres distintivos de las razas latina y germánica. Causas de su oposición histórica. ¿Es de tal manera inherente la idea católica a la raza latina, que la actual decadencia de ésta pueda explicarse por la de aquélla?» .
En el mismo contexto se expresa Menéndez Pelayo y Miguel de Unamuno. Dichos autores europeos y españoles fueron ensalzados por los gobiernos totalitarios del Siglo XX.
En España no se abolió totalmente la esclavitud hasta el 7 de octubre de 1886. Si bien en el territorio peninsular se abolió en 1837, persistió y se toleró legalmente en las colonias amparada por la presión de las "Ligas Nacionales" que la defendían con argumentos patrióticos, hasta la creación de la figura transitoria del patronato y su definitiva abolición en 1886.
Antonio Cánovas del Castillo, integrante de una de esas Ligas y entonces presidente del Gobierno de España, en el periódico francés "Le Journal" manifiesta poco después en noviembre de 1896:
"(...) creo que la esclavitud era para ellos (los negros de Cuba) mucho mejor que esta libertad que sólo han aprovechado para no hacer nada y formar masas de desocupados. Todos los que conocen a los negros le dirán que en Madagascar, como en el Congo y en Cuba, son perezosos, salvajes, inclinados a obrar mal, y que es preciso manejarlos con autoridad y firmeza para obtener algo de ellos. Estos salvajes no tienen otros dueños que sus instintos, sus apetitos primitivos".
Hannah Arendt en su libro Orígenes del totalitarismo, afirma que el imperialismo europeo necesitó inventar el racismo como "la única explicación posible y la única excusa para su comportamiento criminal”.
La colonización de gran parte del mundo por parte de Europa fue acompañada por una intensa propaganda racista, así como de obras artísticas que tenían como finalidad instalar el racismo como componente natural de la cultura humana.
Zoológicos humanos
La conquista de territorios fue inevitablemente seguida por exhibiciones públicas de los indígenas por motivos científicos y de ocio. Karl Hagenbeck, un comerciante alemán de animales salvajes y futuro empresario de muchos zoológicos de Europa, decidió exhibir en 1874 a personas esclavizadas de Samoa y Saamis como poblaciones "puramente naturales". En 1876, mandó a uno de sus colaboradores al recientemente conquistado Sudán Egipcio para que capturaran algunas bestias salvajes, entre ellas personas nubas. Presentados en París, Londres y Berlín, estos nubas fueron un éxito. Tales "zoológicos humanos" podían encontrarse en Hamburgo, Amberes, Barcelona, Londres, Milán, Nueva York, Varsovia, etc., a los que asistían entre 200.000 y 300.000 visitantes a cada exhibición. Los tuaregs fueron exhibidos después de la conquista francesa de Tombuctú; los malgache después de la ocupación de Madagascar; las mujeres amazonas de Abomey después de la derrota mediática de Behanzin contra los franceses en 1894. Muchos de los indígenas exhibidos en estas condiciones murieron, como un grupo de galibis en París en 1892.
Por su parte, Geoffroy de Saint-Hilaire, director del Jardín Parisino de Aclimatación, decidió en 1877 organizar dos "exhibiciones etnológicas", mostrando personas nubas e inuit. El público de Jardín Parisino se duplicó, con un millón de entradas pagadas en ese año. Entre 1877 y 1912, aproximadamente treinta "exhibiciones etnológicas" fueron presentadas en el Jardin Zoologique D'acclimatation. En la Feria Mundial de París de 1878 y 1879 se exhibieron las "villas de negros". En las Exhibiciones Coloniales de Marsella (1906 y 1922) y París (1907 y 1931) también se exhibieron seres humanos en jaulas, frecuentemente desnudo o semidesnudos.
En los Estados Unidos, Madison Grant, director de la Sociedad Zoológica de Nueva York, expuso en el Zoológico de Bronx a Ota Benga, una persona pigmea traída de África, junto con simios y otros animales en 1906. A instancias de Grant, un prominente científico racista y eugenecista, el director Hornaday, puso a Ota Benga en una jaula con un orangután y le colocó un cartel señalándolo como "el eslabón perdido", dando a entender que africanos como Ota Benga eran una especie animal intermedia entre los monos y los europeos.
Las guerras contra "el indio" en América
El racismo también jugó un importante papel para legitimar las "guerras contra el indio" que llevaron adelante Argentina ("Conquista del Desierto"), Chile ("Pacificación de la Araucanía") y Estados Unidos ("Conquista del Oeste"), en la segunda mitad del Siglo XIX.
El racismo nazi y el holocausto
La evolución de la ideología racista en la cultura alemana tuvo su máximo desarrollo con el “Movimiento Nacional Socialista” (nazismo), liderado por Adolfo Hitler, que obtuvo la adhesión de una gran parte de la población alemana en las décadas de 1930 y 1940, hasta que colapsó con la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
Muchos intelectuales, incluyendo científicos, han dado apoyo seudo científico a las ideas racistas. Pensadores racistas del siglo XVII, como Houston Stewart Chamberlain, ejercían una influencia considerable sobre mucha gente de la generación de Adolfo Hitler.
El racismo, especialmente antisemitismo racial, fue siempre una parte integral del Nacional Socialismo alemán. Los nazis percibían toda la historia humana como la historia de una lucha biológicamente determinada entre las razas. Los nazis postularon que los movimientos políticos como Marxismo, Comunismo, pacifismo, y internacionalismo, eran antinacionalistas y reflejaban un intelectualismo judío peligroso y racialmente basado. En 1931, las SS establecieron una Oficina de Raza y Asentamiento para realizar “investigación” de razas y para determinar la aceptabilidad de posibles cónyuges de los miembros de las SS. Después de su ascenso al poder, los nazis aprobaron las Leyes de Nuremberg en 1935, que codificaban una supuesta definición biológica del judío.
Durante la guerra, los médicos nazis realizaron falsos experimentos médicos intentando identificar pruebas físicas de la superioridad aria y la inferioridad de los no arios. A pesar de matar innumerable prisioneros no arios en el curso de estos experimentos, los nazis no pudieron encontrar ninguna prueba de sus teorías de diferencias biológicas de raza entre los seres humanos.
Los racistas nazis siempre consideraban los enfermos mentales y físicos como manchas sobre el panorama genético de la llamada raza maestra y, en cuanto eran capaces de concebir hijos, como un peligro biológico a la pureza de la raza aria. Después de una planificación cuidadosa y de recoger información durante los últimos seis meses de 1939, los médicos alemanes empezaron a asesinar pacientes incapacitados en toda Alemania en una operación que llamaban de manera eufemística la “Eutanasia”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los lideres nazis empezaron lo que ellos llamaban una “limpieza de casa étnica” en los territorios orientales ocupados de Polonia y la Unión Soviética. Esta política incluía el asesinato y aniquilación de “razas” enemigas, incluyendo el genocidio de judíos europeos y la destrucción de los líderes de los pueblos eslavos.
Discriminación racial
Es un concepto que suele identificarse con el de racismo y que lo abarca, aunque se trata de conceptos que no coinciden exactamente. Mientras que el racismo es una ideología basada en la superioridad de unas razas o etnias sobre otras, la discriminación racial es un acto que, aunque suele estar fundado en una ideología racista, no siempre lo está.
Prejuicios raciales
Dentro del contexto del racismo es importante señalar qué es un prejuicio racial. Se puede decir que el prejuicio racial es el producto de un estado afectivo-activo el cual nunca es resultado de una reflexión, es ese estado afectivo que no podemos nulificar a través del razonamiento no por demostración, el prejuicio racial es un estado influido por las circunstancias políticas y económicas.
Los factores que fomentan los prejuicios raciales son:
- Heterogeneidad de la población conviviendo y compitiendo.
- Ignorancia, falta de información y comunicación.
- Crecimiento demográfico del grupo discriminado.
- Rivalidades y conflictos por el trabajo.
- Propaganda tendenciosa.
Opiniones
“El racismo ha sido históricamente una bandera para justificar las empresas de expansión, conquista, colonización y dominación y ha marchado de la mano de la intolerancia, la injusticia y la violencia”.
Fragmentos de la “III Conferencia Mundial contra el Racismo”.
“El racismo es una tragedia, pero el mundo puede encontrar una cura contra él.” (…) “El racismo ha sido descrito a menudo como una enfermedad, y es un problema para todos nosotros. El racismo es una enfermedad de la mente y del alma. Mata a muchos más que cualquier infección”. (…)“Deshumaniza a cualquiera que lo toca” (…) “La tragedia es que tenemos la cura a nuestro alcance, pero todavía no la hemos aprovechado”. (…) “El Apartheid era sólo un síntoma de la enfermedad. Para ganar al racismo, tenemos que administrar un tratamiento que sea completo y holístico”.
“El racismo es un pecado que constituye una grave ofensa contra Dios”.
“El problema de la discriminación racial es, desgraciadamente, uno de los problemas más complejos y más difíciles de los que la Revolución tiene que abordar. El problema de la discriminación racial no es el problema del alquiler, no es el problema de las medicinas caras, no es el problema de la Compañía de Teléfonos. No es ni siquiera el problema del latifundio, que es uno de los problemas serios que nosotros tenemos que encarar.
Quizás el más difícil de todos los problemas que tenemos delante, quizás la más difícil de todas las injusticias de las que han existido en nuestro medio ambiente, sea el problema que implica para nosotros el poner fin a esa injusticia que es la discriminación racial, aunque parezca increíble.
Hay problemas de orden mental que para una revolución constituyen valladares tan difíciles como que pueden constituir los más poderosos intereses creados. Nosotros no tenemos que luchar solamente contra una serie de intereses y privilegios que han estado gravitando sobre la nación y sobre el pueblo; tenemos que luchar contra nosotros mismos, tenemos que luchar muy fuerte contra nosotros mismo.
Y yo me pregunto qué diferencia hay entre una injusticia y otra injusticia, qué diferencia hay entre el campesino sin tierra y el negro al que no se le da oportunidad de trabajar. ¿Es que no se muere igualmente de hambre el negro que no trabaja como el campesino que no tiene tierra?
¿Y por qué la Revolución ha de tener la obligación de resolver las injusticias, y no va a estar en la obligación de resolver esa?
Sin embargo, hay gente que va a la iglesia y es racista, hay gente que se llama revolucionaria y es racista, hay gente que se llama buena y es racista, hay gente que se llama culta y es racista.
Y acaso he venido a tratar esta injusticia, que la traté con todo el cuidado con que un gobernante debe tratar los problemas de su país, porque dije bien claramente que no debiera ser necesaria una ley para que se pusiera fin a una injusticia semejante que nacía de un prejuicio absurdo, y yo soy de los que creen que los prejuicios no se combaten con leyes; se combaten con argumentos, se combaten con razones, se combaten con persuasión, se combaten con la educación”.