Capitalismo monopolista
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El capitalismo monopolista es el estadio de desarrollo del capitalismo que correspondió aproximadamente al último cuarto del siglo XIX y que alcanzó plena madurez después de la Segunda Guerra Mundial, el estadio que había de conducir inexorablemente al derrumbamiento del sistema y al advenimiento del comunismo, después de un período transitorio de dictadura del proletariado.
Contenido
Leyes objetivas del imperialismo
En la postrimería de los siglos XIX y el XX, en la sociedad capitalista aparecieron nuevos fenómenos. Algunos de ellos atrajeron la atención de Engels. Pero fue Lenin quien desarrolló por primera vez un estudio profundo y sistemático de los nuevos fenómenos del capitalismo creando sobre esta base la teoría científica del imperialismo, expuesta, en su obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo” y en otros trabajos de comienzo del siglo XX que constituyeron un valioso aporta al marxismo, un nuevo peldaño en su desarrollo.
Anterior a Lenin, la mayoría de los teóricos de diferentes orientaciones reducían el imperialismo a la política de anexiones colonialistas, pasando por alto sus importantes rasgos económicos. Lenin sometió a profundas críticas estas concepciones anticientíficas. Estudió el imperialismo desde las posiciones del materialismo histórico y la dialéctica revolucionaria, apoyándose en todos los postulados de la teoría marxista.
Cada formación económica social integrada por clases antagónicas pasa en su devenir histórico por dos fases diferentes, a saber, por el período en que sus relaciones económicas contribuyen al desarrollo de las fuerzas productivas y por la fase en que estas relaciones dejan de ser una forma de desarrollo de las fuerzas productivas para convertirse en sus trabas. Marx reveló las condiciones generales bajo las cuales el régimen capitalista habría de entrar en la época de conflicto.
La lógica objetiva de la acumulación, decía, en primer lugar, conduciría inexorablemente a la dominación de un número insignificantes de magnates del capital sobre la sociedad; en segundo lugar, provocará “…la absorción de todos los países por la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacional del régimen capitalista” dijo Marx; en tercer lugar, llevará, debido a eso, la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación a su extremo, cuando el “monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha florecido con él y bajo él.”, y entonces sonará ineludiblemente la hora de la propiedad capitalista, como decía Marx, se expropiará a los expropiadores.
Lenin estudió los cambios operados en el sistema capitalista en el período del imperialismo y demostró que al viejo capitalismo de la libre competencia le sucedió el monopolista, pasó a una nueva fase, superior y última, de su historia.
La teoría del imperialismo y la revolución socialista, elaboradas por Lenin, es un importante aporte al desarrollo de la teoría marxista. En la actualidad, la teoría del imperialismo es desarrollada por los partidos comunistas y obreros y el movimiento antimperialista mundial que toman en consideración los nuevos fenómenos registrados en la vida económica del mundo actual y la práctica de la lucha de la clase obrera.
Rasgos económicos del imperialismo
Apoyándose en la teoría marxista, Lenin mostro que desde el punto de vista económico, el imperialismo se caracteriza por cinco rasgos principales.
a) La concentración de la producción y del capital llega hasta un grado tan elevado de desarrollo, que crea los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica.
b) La fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera.
c) La exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande.
d) Formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo.
e) El reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.
Todos estos rasgos son distintas formas de manifestación de la propiedad fundamental del imperialismo: el dominio de los monopolios. De acuerdo acuerdo con la definición de Lenin, desde el punto de vista económico el imperialismo es capitalismo monopolista.
Lenin puso al descubierto además la esencia de la política del imperialismo, demostrando que, políticamente, al imperialismo le es inherente no sólo la aspiración de apoderarse de colonias y de nuevos territorios, sino en general, un viraje de la democracia burguesa a la reacción y la violencia en todos los campos de la vida social.
Analizó también la particularidad del imperialismo y su lugar histórico. Al caracterizar la triple singularidad del imperialismo, señaló que el imperialismo es el capitalismo monopolista en descomposición o parasitario y agonizante.
En comparación con el capitalismo premonopolista, el imperialismo en su fase superior, siendo, no obstante, a la vez, su última fase, es la antesala de la revolución socialista.
El sistema del capitalismo mundial en su totalidad ha madurado para la revolución socialista. Sin embargo, debido a la acción de la ley del desarrollo desigual de los países capitalistas en la época del imperialismo, la victoria de la revolución socialista fue posible inicialmente en varios países o incluso en un solo país. Sobre la base del análisis del imperialismo fue creada una nueva teoría de la revolución proletaria que constituyó un notable aporte a la teoría marxista.
La teoría leninista del imperialismo encierra, orgánicamente en sí misma un estudio científico profundo de los complejos fenómenos del capitalismo monopolista y una despiadada crítica a las concepciones burguesas y oportunistas del imperialismo. Esta crítica desempeña un papel decisivo en la denuncia de las ideas apologéticas burguesas contemporáneas y es un instrumento probado en la lucha contra las concepciones reformistas y revisionistas sobre el imperialismo.
Concentración de la producción y los monopolios
La concentración de la producción constituye la base material del surgimiento de la dominación de los monopolios.
El último tercio del siglo XIX estuvo signado por varios importantes descubrimientos científicos y adelantos técnicos en la metalurgia y la construcción de maquinaria, en la industria química y electrónica. En ese período comenzaron a emplearse nuevos tipos de máquinas, se efectuaron cambios radicales en la energética y en la tecnología de la producción aparecieron y se desarrollaron nuevas ramas de la industria y se produjeron cambios en su estructura. En estas condiciones, la concentración de la producción se intensificó aún más.
La superioridad técnica, la mejor organización del proceso de producción, la economía en los gastos generales, una alta productividad del trabajo y grandes posibilidades para la obtención de créditos, siendo importantes ventajas de las grandes empresas, aumentaban cada vez más su papel en la producción industrial.
A fines del siglo XIX y principios del XX, sobrevino un período en que el desarrollo de la concentración y la centralización del capital y de la producción sobre la base de la libre competencia originó fenómenos sustancialmente nuevos. La parte fundamental de la producción social fue concentrada en unas pocas empresas grandes, monopolizadas por ellas. El monopolio vino a sustituir a la libre competencia. Surgió del proceso de concentración de la producción y del capital]] en determinado escalón de su desarrollo. A varias decenas de empresas gigantescas les resulta más fácil llegar a un acuerdo que a una multitud de empresas pequeñas. Estableciendo la relación causal entre la concentración y la monopolización de la producción. Lenin escribió: “…la aparición del monopolio, debida a la concentración de la producción, es una ley general y fundamental de la presente fase de desarrollo del capitalismo.”
Etapas en el desarrollo de los monopolios
Lenin distinguió tres etapas en el desarrollo de los monopolios: la primera etapa fueron los años 60-70 del siglo XIX, cuando la libre competencia llegó a su más alto nivel y los monopolios apenas empezaron a formarse. La segunda etapa abarca el período posterior a la crisis de 1873 hasta fines del siglo XIX. En este tiempo, los monopolios proliferaron bastante, pero eran todavía muy débiles. La tercera etapa comenzó en el período del auge industrial de postrimerías del siglo XIX y continuó después de la crisis de los años 1900-1903, cuando la concentración de la producción se acentuó aún más y los monopolios adquirieron significado decisivo en la vida económica. Fue precisamente en esta etapa en que el capitalismo industrial se convirtió en imperialismo.
Esencia del monopolio
Tres rasgos esenciales componen la esencia del monopolio: a) concentración en sus manos de una gran parte de la producción que le asegura una situación dominante en una o varias ramas de la economía; b) posibilidad de imponer dentro de ciertos límites los precios en el mercado; c) apropiación de una alta ganancia de monopolio como forma de realización económica de su dominio.
Formas de los monopolios
Existen distintas formas de monopolios en la producción: cartels, sindicatos, trusts y consorcios.
El cartels: es una agrupación de varias empresas de una misma rama de la producción, en que sus participantes conservan la propiedad de los medios de producción y del producto elaborado. Los participantes del cartels venden por su cuenta la producción en el mercado. Pueden ser objeto del acuerdo de cartels las cuotas de sus miembros en la producción general, los precios de venta, la distribución de los mercados de venta, etc. Para los miembros del cartels que violen las cláusulas del acuerdo suele preverse un castigo en forma de multas.
El sindicato: es una asociación de varias empresas que producen, por regla general, productos homogéneos y cuyos participantes mantienen la propiedad de los medios de producción, y el producto se realiza como propiedad del sindicato. A diferencia del cartels, el sindicato rompe la vinculación directa de las empresas con el mercado.
El trust: es una forma de monopolio que supone la propiedad conjunta de un grupo dado de capitalistas sobre los medios de producción. al organizar un trust, los propietarios de empresas transfieren a la asociación su propiedad de los medios de producción, la tecnología, las patentes, etc, y, por consiguiente, de los productos elaborados. Reciben por el valor del capital transferido acciones del trust y, con ello, el derecho a coparticipar en la dirección del trust y a percibir una parte correspondiente de su ganancia. En la actualidad, los trust no surgen, por lo común, como resultado de la unión de varias empresas independientes, sino que se crean por poderosos grupos financieros como empresas propias o controladas por ellos.
Con el desarrollo del proceso de monopolización, la trustificación “horizontal”, es decir, el agrupamiento de empresas de una misma rama es completada con creciente frecuencia, por la “vertical”, cuando integran un trust empresas de ramas industriales relacionadas entre sí en el sentido tecnológico, por ejemplo, la hullera, la metalúrgica y la de construcción de maquinarias. Por el carácter de las empresas que los componen, tales trusts constituyen complejos.
El consorcio: es un conjunto de empresas heterogéneas, en ocasiones, de monopolios, distintas ramas de la industria y del comercio, de bancos, compañías de seguros y de transporte controlados por un mismo grupo financiero. Las empresas que forman parte del consorcio, formalmente conservan su independencia productiva, comercial u jurídica, pero se hallan vinculadas entre sí con relaciones de dependencia financiera. El poder real sobre las empresas controladas lo ejerce la sociedad principal.
Hoy día, los monopolios abarcan a todas las ramas de la economía. La forma principal de las asociaciones monopolistas son los consorcios diversificados multisectoriales.
El objetivo de los monopolios es asegurar la ganancia de monopolio sobre el capital invertido por los magnates capitalistas más grandes.
La acumulación en la actualidad
La concentración de la producción fue premisa del surgimiento y crecimiento de los monopolios. En el período actual, el dominio de los monopolios se convierte en enorme fuerza motriz de la concentración y la centralización del capital.
Los principales factores de crecimiento de la concentración de la producción son: aceleración del progreso científico-técnico; crecimiento considerable de las inversiones en los trabajos de investigación científica; diseño y proyección experimental; incremento de inversiones en la creación y aplicación de nuevas maquinarias y nuevas tecnologías. El aceleramiento del proceso de concentración de la producción está condicionado además por la extraordinaria agudización de la competencia en el mercado mundial, ante todo, debido a la acentuación de la desigualdad del desarrollo del imperialismo y a las grandes conmociones de la economía capitalista mundial provocadas por las crisis monetarias, energéticas y de materias primas.
Dentro de los monopolios la concentración de la producción se efectúa mediante la unión de empresas que tienen la misma base tecnológica o de empresas de distintos sectores y tipos de producción controladas por un mismo grupo financiero. La agudización de la competencia, el surgimiento de nuevos sectores y tipos de producción y el crecimiento del surtido de productos han generado una tendencia a la diversificación de la producción, es decir, a la penetración de grandes monopolios en otros sectores que no se encuentran en interconexión productiva o funcional directa con el sector básico en el cual aquellos realizan su actividad.
La concentración de la producción se lleva a cabo además sobre la base de la división y la especialización del trabajo mediante los acuerdos y la cooperación de los monopolios con empresas medianas y pequeñas. Actualmente muchas veces, miles de empresas pequeñas cumplen encargos de grandes monopolios, especializándose en la fabricación de una o dos piezas. Estas empresas han perdido el vínculo directo con el mercado, con los consumidores. Su producción se encuentra de hecho concentrada en manos de los monopolios.
La monopolización de la producción comprende dos procesos: no sólo su concentración, sino también su centralización. Gracias a la dirección ejercida desde un centro único de numerosas grandes empresas de un sector industrial concreto, en el marco de un trust o un consorcio se concentra una parte considerable de la producción de uno u otro producto y se crean condiciones favorables para la obtención de ganancias de monopolio.
El principal método de centralización del capital es actualmente la fusión y la absorción por los monopolios más fuertes de sus rivales. Son absorbidas no sólo empresas, sino también grandes compañías.
La internacionalización de la producción hace que el proceso de su concentración rebase los marcos nacionales. Los grandes monopolios internacionales absorben a las compañías locales y organizan compañías mixtas con participación de estas.
Monopolio y competencia
La unidad contradictoria del monopolio y la competencia fue puesta al descubierto ya por Marx. “En la vida práctica – escribió – encontramos no solamente la competencia, el monopolio y el antagonismo entre una y el otro, sino también si síntesis, que no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio engendra la competencia, la competencia engendra el monopolio. Los monopolistas compitan entre sí. Los competidores pasan a ser monopolistas…La síntesis consiste en que el monopolio no puede mantenerse sino librando continuamente la lucha de la competencia.”
Desarrollando este postulado en su aplicación a la época del imperialismo, Lenin mostró la multiplicidad de formas y métodos de lucha competitiva en el capitalismo monopolista. “…Los monopolios que surgen de la libre competencia – escribió -, no la eliminan, sino que existen por encima de ella y al lado de ella, dando origen así a contradicciones, roces y conflictos particularmente agudos y bruscos.”
La realidad evidencia que la monopolización de la producción, salvo raras excepciones, no lleva a la concentración de toda la producción de una u otra mercancía en manos de un monopolio único. Con la dominación de los monopolios, puede haber un gran número de outsiders, empresas no monopolizadas. En cada país, los monopolios enfrentan también la competencia de compañías extranjeras que tratan de penetrar en el mercado interno, nacional.
Se conservan también los tipos fundamentales de la competencia propios del capitalismo industrial: la competencia intrasectorial y la intersectorial. Bajo el imperialismo, la competencia intrasectorial se libra, en primer lugar, entre los monopolios que producen mercancías homogéneas. A esta lucha se incorporan también los monopolios extranjeros. En segundo lugar, la lucha se libra dentro de los monopolios entre los propietarios del capital por posiciones más ventajosas, por puestos de dirección y por el control del monopolio. En tercer lugar, luchan monopolios y empresas no monopolizadas que producen el mismo producto. En cuarto lugar, numerosas empresas no monopolizadas llevan a cabo su actividad de acuerdo con el principio de la libre competencia en la cual ejercen influencia los monopolios.
La libre competencia abarca bajo el imperialismo sólo una parte insignificante de la economía capitalista, ya que la proporción del sector no monopolizado en el volumen de la producción elaborada, pese al gran número de empresas en él, no es grande; la libre competencia ejerce influencia limitada también en el progreso técnico, ya que el personal dedicado a la investigación científica y la masa fundamental de perfeccionamiento técnico se concentran preferentemente en manos de los monopolios. La libre competencia entre las empresas pequeñas y medianas que venden y compran mercancías a los monopolios, permite a estos imponer condiciones ventajosas para ellos de realización, y explotación a los outsiders.
La competencia intersectorial se libra mediante el trasiego de capitales de los sectores menos rentables a los más rentables. En la fase imperialista, la nivelación de las cuotas de ganancia en los distintos sectores se realiza a través de la acción de las dos tendencias opuestas. Por una parte, las grandes dimensiones de empresas y el elevado valor de sus equipos técnicos dificultan el trasiego de capitales entre los sectores de la producción. los monopolios “antiguos” de cada sector también impiden la penetración del capital “extraño” en su sector. Por otra parte, el hecho de que los monopolios posean acumulaciones monetarias disponibles y el desarrollo de la forma anónima de propiedad capitalista contribuyen a la rápida centralización de cuantiosos recursos monetarios y a su conversión en capital productivo, y esto facilita el trasiego del capital de un sector a otro. La revolución científico-técnica y el surgimiento de nuevos sectores aceleran este trasiego.
Bajo el imperialismo surgen nuevos métodos de competencia. Además de los métodos tradicionales de lucha contra los rivales como la privación de materias primas, de mercados de venta, de créditos y el hacerles bajar los precios, “el monopolio se abre camino en todas las partes, valiéndose de todos los medios, empezando por el pago de una “modesta” indemnización y terminando por el “procedimiento” norteamericano del empleo de la dinamita contra el competidor.” Escribió Lenin.
En la competencia se utilizan también ampliamente factores como el surtido y la calidad de los productos. Se usa cada vez más la publicidad comercial y las formas de lucha fuera del mercado: la lucha por los encargos gubernamentales, la aceleración o el entorpecimiento de la adopción de leyes de regulación de la economía, la compra de especialista, maquinaciones financieras, etc.
Así pues, el imperialismo, se caracteriza por la unidad de contrarios del monopolio y la competencia, lo cual origina contradicciones socioeconómicas particularmente agudas.
Fuentes
- V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. O. C, t. 27. Pág. 386.
- Material didáctico de ciencias sociales. Economía Política. Ed. Progreso. Moscú. Pág 215.